- Erika y Fernando, locutores de una emisora radial, han sido arrestados y encarcelados debido a una supuesta denuncia anónima sobre hidrocarburos en un inmueble. A pesar de su inocencia, fueron detenidos por agentes de la Fiscalía General de la República (FGR) y acusados de ser almacenistas de la gasera en cuestión.
- Después de más de 4 meses en prisión sin pruebas contundentes en su contra, familiares y amigos de Erika y Fernando han lanzado una campaña en redes sociales para exigir su liberación y denunciar el error de los agentes federales en esta supuesta investigación.
En un giro inesperado, la voz de Erika y Fernando, locutores de una estación de radio, fue repentinamente silenciada por la injusticia. El día 28 de abril, estos profesionales de los medios de comunicación se encontraban siguiendo su rutina diaria cuando agentes de la Fiscalía General de la República (FGR) irrumpieron en su vida. Sin previo aviso, fueron detenidos bajo acusaciones relacionadas con la supuesta existencia y almacenamiento de hidrocarburos de origen dudoso en un inmueble de Jiquipilco.
El escenario de su detención se entrelaza con las instalaciones de la radiodifusora a la que dedicaban su tiempo y pasión. Mientras se dirigían a sus actividades laborales, con su bebé de pocos meses en el vehículo, fueron interceptados por las autoridades. Sin mayores explicaciones, Erika y Fernando se encontraron bajo custodia y posteriormente fueron presentados ante el Agente del Ministerio Público Federal, acusados de ser los supuestos almacenistas de la gasera en cuestión.
La pareja, consternada por la acusación, explicó que eran completamente ajenos a las actividades relacionadas con el predio cateado. Presentaron pruebas de que su única conexión con el lugar era la ubicación contigua de la estación de radio. Su labor como locutores estaba arraigada en la producción de diversos contenidos de entretenimiento que acompañaban las horas de programación en la región. Sin embargo, esta evidencia no evitó su detención y enfrentamiento a una situación que trastornó sus vidas.
A medida que el tiempo pasaba tras las rejas, Erika y Fernando enfrentaban una lucha incesante por demostrar su inocencia. Más de 4 meses han transcurrido desde aquel fatídico día, y su privación de libertad se sostiene en la ausencia de pruebas sólidas que respalden los señalamientos hechos por los policías federales. En medio de la incertidumbre y la injusticia, amigos y familiares han emprendido una campaña en redes sociales. Su objetivo es claro: exigen la inmediata liberación de la pareja y la restauración de una familia que ha sido desgarrada por un error de proporciones inimaginables.
La historia de Erika y Fernando refleja no solo la fragilidad del sistema judicial, sino también la resiliencia de quienes luchan por la verdad y la justicia. En su honor, la comunidad se une para demandar la liberación de estos locutores y poner fin a una pesadilla que no tiene cabida en un sistema justo y equitativo.