EL SEXTO DÍA… MÁS CLARO NI EL AGUA

EL SEXTO DÍA… MÁS CLARO NI EL AGUA

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Por: Konex Abrego

Con gran atención y un poco de incredulidad escuchaba a mi hijo que me leía “Una carta escrita en el año 2070”, donde se describían sufrimientos y penurias de la civilización por la escasez de agua. Ríos y lagos secos o contaminados, pésima calidad de vida de la población debido a enfermedades intestinales y renales, imposibilidad para mantener una higiene aceptable y desesperación convertida en impotencia ante la falta de este vital recurso que años atrás se había desperdiciado a manos llenas de manera inútil e irresponsable.

Un panorama aterrador, casi funesto; pero al paso que vamos no están tan lejos los días en que no nos podamos bañar a diario, lavar el coche o consumir toda el agua que queramos.

Veamos algunos datos que son públicos: Según estimaciones del Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en inglés World Resourses Institute), más de 1,000 millones de personas viven con escasez de agua, se prevé que para 2025 hasta 3,500 millones de personas podrían sufrir escasez del vital líquido. Se estima que el 97.5 % del agua que existe en el planeta es salada; del 2.5 % de agua dulce, la mayor parte es de difícil acceso o corresponde a los glaciares, y tan solo el 1 % se encuentra en ríos y lagos, de la que solo una pequeña parte está disponible para el consumo humano; pero más de la mitad de los ríos en el mundo están contaminados. Publicaciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) señalan que la falta de agua potable es la causa de muerte de alrededor de 2 millones de niños por año, por enfermedades relacionadas con la falta de agua, como cólera, disentería y malaria. Cada día miles de animales mueren deshidratados y cientos de hectáreas de vegetación van desapareciendo por la falta del recurso hídrico. En México, según datos de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), más de la mitad de las presas mexicanas están por debajo del 50 % de su capacidad, y más del 80 % del territorio nacional enfrenta algún grado de sequía.

La sobreexplotación y contaminación del agua tiene efectos negativos importantes, como la pérdida de ecosistemas o la afectación de la agricultura. Lamentablemente la corrupción y los malos manejos administrativos intervienen directamente y acrecientan el problema. Es bien sabido de las grandes empresas que desde hace décadas contaminan los mantos acuíferos, ríos, lagos y mares, pero el soborno, el nepotismo o influyentismo en la gestión del agua derivan en falta de transparencia, ambigüedad y omisiones en el marco normativo. Está demostrado que estas empresas no solo contaminan el agua, sino también la acaparan y la controlan, de ahí su uso desmedido e irracional  en zonas residenciales o en nuevos complejos, sin que se sancionen verdaderamente estos actos criminales. Es lamentable que mientras a los dueños del mundo no les falta el suministro puntual, hay muchos sectores de la población que siempre han vivido bajo racionamiento obligado y por debajo de sus necesidades.

Algunas veces el gobierno hace campañas para el uso responsable y el ahorro de agua, pero no predica con el ejemplo; ahí están las fugas que casi nunca son atendidas, la exención de pago para algunas instancias gubernamentales y la dudosa calidad del agua que se distribuye en algunas zonas o la carencia de recurso en zonas populares. O al subsidiar y diferenciar en forma discrecional, arbitraria y el activismo clientelar político en el abastecimiento del vital líquido. Son tantos los actos de corrupción que ya no nos sorprenden, son parte de la cotidianidad. La corrupción, lejos de abatirse, se robustece día con día, su crecimiento es significativo y es el obstáculo para aspirar a la equidad y a eso que se llama modernidad.

El mundo ha tomado poca conciencia de este problema, la crisis del agua nos plantea a la sociedad un nuevo reto, en base a la toma de responsabilidades y aportaciones creativas, y sobre todo, culturales y cívicas para cuidar el agua del planeta. Y nuestro país no es la excepción. Gobierno y ciudadanía debemos asumir nuestro papel de manera eficiente y responsable para que pueda existir un uso racional del agua, independientemente de la clase económica a la que pertenezcan.

Desafortunadamente  existen otros  asuntos que parecen tener mayor importancia en nuestra  sociedad:  El final del exatlón, las patéticas campañas políticas, los deprimentes spots televisivos, las redes sociales, la exhibiciones de nuestros diputados en el Congreso,  las vergonzosas conductas de los partidos políticos y las insufribles series televisivas.

Si seguimos así, más temprano que tarde  nos vamos a arrepentir. ¡Más claro ni el agua!