EL SEXTO DÍA | LA OPOSICIÓN NO HA ENTENDIDO NADA

EL SEXTO DÍA | LA OPOSICIÓN NO HA ENTENDIDO NADA

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Por Alberto Abrego

Nuestra historia política está llena de caudillos, líderes que prometen fórmulas mágicas, fraudes electorales, promesas que nunca se cumplen, y de la eterna esperanza de una sociedad que no se cansa de creer cada seis años. Además de una oposición que casi nunca hace bien su tarea.

Así, durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari (1988 – 1994), el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas nunca se cansó de acusar el fraude electoral del que fue objeto ante la “caída del sistema”; y todos sabíamos que él sería el próximo candidato de la oposición para contender en 1994.

En la contienda presidencial ante Ernesto Zedillo y Diego Fernández de Ceballos, volvió a perder, pero era el único líder de la izquierda con los tamaños para reorganizarse y volver a competir en el año 2000. La historia ya todos la sabemos, pero durante todo ese tiempo sabíamos quién sería el candidato presidencial que intentaría una vez más arrebatar el poder.

Durante la administración de Vicente Fox, Andrés Manuel López Obrador siempre fue una piedra en el zapato, y desde el primer día como Jefe de Gobierno del Distrito Federal construyó una candidatura presidencial poderosa que terminó en una reñida elección que terminó por ganar Felipe Calderón en el año 2006.

López Obrador nunca cedió en el intento de volver a postularse, y volvió a recorrer el país en una permanente campaña con miras al 2012. A la par, el PRI del Grupo Atlacomulco y los empresarios más poderosos del país fueron preparando desde el Estado de México la candidatura presidencial de Enrique Peña Nieto, en un proyecto funcionó porque se gestó y se preparó desde seis años antes.

Finalmente, en 2018 López Obrador cumplió su objetivo de ser el Primer Mandatario del país, tras muchos años de campaña y con un proyecto que nunca claudicó, a pesar de las constantes derrotas y de caminar siempre cuesta arriba. Después de más de 80 años de poder casi absoluto de gobiernos de derecha, una administración llamada de izquierda asumía la responsabilidad de los destinos del país.

No es la finalidad de este artículo calificar o analizar buenos o malos gobiernos -que todos tienen lo suyo-, sino de la muy pobre oposición que hoy en día existe en México, incompetente para crear un proyecto de nación, inepta para ofrecer una propuesta atractiva a la sociedad e incapaz de capitalizar absolutamente nada.

Alito Moreno y Marko Cortés estaban tan ensimismados y perdidos en temas de interés personal que no fueron capaces de sacrificar absolutamente nada para crear un proyecto decente de Nación.

Postularon a una persona que de pronto se hizo popular por su bicicleta, sus gelatinas, y porque no la dejaron entrar a una mañanera; pero que no estaba preparada para la tarea y además un año antes no sabía que iba a ser candidata presidencial.

La oposición política de nuestro país está perdida, no ha entendido absolutamente nada. En seis años no construyeron nada.  Sus dirigentes tienen secuestrados a sus partidos y demuestran carencia de ideologías y de visión. Sus alianzas sostenidas por los endebles lazos hipócritas resultaron en un rotundo fracaso perjudicando a la democracia y al país.

Los dirigentes de los partidos de oposición fueron un lastre para una candidata que no supo o no pudo mantenerse a distancia; por ello nunca fue capaz de erradicar la idea de que su proyecto no era para mejorar al país, sino para apoderarse de él. Hoy en día no hay proyecto opositor, no hay rumbo, no hay idea, no hay líderes confiables y no se ve la posibilidad a corto plazo de salir de esta crisis de honestidad y de credibilidad, bien merecida por cierto.

Es claro que los artífices de la “Alianza Va por México” basaron su estrategia en los errores del gobierno actual antes que en un proyecto bien estructurado que fuera una respuesta viable a los grandes problemas nacionales. Fue una estrategia sin estrategia, basada en una improvisación poco creativa y sobre todo, sin calidad moral para denunciar corruptelas e incapacidades.

En los últimos seis años, los dirigentes del PAN, el PRI y el PRD han estado perdidos, porque han puesto todo su empeño en intereses personales antes que en la colectividad. ¿Quién les cree que se escandalizan por la corrupción, por las ideologías erráticas, por la manipulación y la negligencia criminal?

Les preocupa que ellos ya no tienen el poder, pero les preocupa más que sean expulsados del paraíso que les representa vivir a expensas del presupuesto y de percibir sus prebendas millonarias que anualmente se otorga a sus partidos políticos. Ni siquiera parece preocuparles que la gente los reconozca como cínicos o personajes sin escrúpulos a la hora de acordar en lo oscurito.

La sociedad merece otro tipo de oposición. Una que tenga una finalidad diferente a decir que todo está mal. Una que se ubique en el lugar que le corresponde y desde ahí trabaje en un proyecto que sea un verdadero equilibrio y ente fiscalizador de la administración actual. Una que represente una verdadera alternativa y pueda aspirar en las urnas a algo más que al ridículo.