ANÁLISIS | Tomás Flores Rosales

ANÁLISIS | Tomás Flores Rosales

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Podría tener razón un sector de las y los adversarios del Presidente de la República en funciones, en lo relativo que hace casi seis años, el 1 de Julio del 2018, millones de mexicanas y mexicanos acudieron a las urnas motivados por el rechazo que habrían de suscribir mediante su papeleta en contra del PRI y los priistas.

Una enorme oportunidad para acabar con 80 años de hegemonía priista en el país y, nada menos, que al lado del político que había intentado tres veces consecutivas ganar la Presidencia de la República.

Lo que se traduce -según adversarios- en lo siguiente:

  1. Que en 2018 millones de connacionales no votaron a favor de Andrés Manuel López Obrador.
  2. Más bien votaron en contra del anquilosado régimen priista.

Conducta electoral que colocó a AMLO en Palacio Nacional, tras haberse sumado a ello también los votos de reales seguidores del tabasqueño cultivados luego de una larguísima campaña de 18 años en todo lo largo y ancho del país.

Millones de priistas que decidieron auto derrotarse al momento de depositar su sufragio, animados, incluso, por algunos titulares de los poderes Ejecutivos estatales que indujeron a sus seguidores migrar de las urnas priistas para convertir su papeleta en votos depositándolas en urnas guindas, toda una maniobra anti priista que fortaleció al tabasqueño para finalmente ocupar Palacio Nacional y, a la vez, inhabilitar la icónica residencia oficial de “Los Pinos”.

Y como valor agregado, de igual manera a favor de AMLO, el voto duro de la izquierda que ya había insistido con Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano en dos ocasiones, también consecutivas, sin éxito alguno en las urnas, quizá por el carácter personal del llamado ingeniero que no se animó a confrontar al régimen priista no obstante el respaldo literal de millones de mexicanas y mexicanos.

Todos esos votos duros afloraron a favor de Andrés Manuel López Obrador, lo que conllevaría a sumar los 30 millones de sufragios que se divulgan por morenistas cada vez que justifican el poderío comicial del Presidente de la República saliente.

Con base en el descrito contexto es como una élite de las y los hoy adversarios del Presidente de la República describen el potencial  comicial de AMLO alcanzado durante la jornada de votaciones del domingo 1 de julio del 2018, por lo que con la misma enjundia, afirman que seis años después el resultado será extremadamente distinto y distante:

  1. Revelan que aquellas y aquellos miles o millones de anti priistas ya no existen.
  2. Y por tanto ya no se harán sentir en las urnas.

De igual manera el desencanto que han experimentado algunos y algunas lideresas del país por no haber atestiguado en el sexenio que termina un gobierno real de izquierda, se proyectará en las urnas, si bien a escala poco significativa, finalmente AMLO no concreto los objetivos que pudieran caracterizar a una administración progresista aún en funciones.

Realidades, a decir de adversarias y adversarios de Andrés Manuel López Obrador, que evitarán se repita la cascada de 30 millones de sufragios a favor de la actual candidata presidencial del partido político de AMLO.

A 18 días de la mencionada justa podrían tener razón las y los adversarios de AMLO, pero desafortunadamente para sus observaciones, eso no significa que esté en riesgo extremo la llamada Cuarta Transformación impulsada por el Presidente de la República que concluye su mandato el último día de septiembre próximo.

Movimiento, edificado por AMLO, mediante la idea de erradicar al viejo régimen priista para siempre, mismo que aún está en ciernes y, quizá, con menos sufragios de los logrados hace seis años o más, MORENA y sus aliados se disponen a conservar la Presidencia de la República el 2 de junio próximo.

Por dos razones:

UNA.- porque los 18 años de campaña consecutivos de Andrés Manuel López Obrador, pueblo por pueblo, ciudad por ciudad, todavía le alcanzan para nutrir su movimiento otros seis años, y

DOS.- porque el día de la jornada de votaciones Andrés Manuel López Obrador seguirá siendo presidente de México.

Y en este país, como lo practicaron 80 años los priistas, el Presidente manada.

Luego entonces, entiéndase lo que se tiene que entender.